abril 19, 2008

Los malditos Medios (Parte 1)

Hace mas de un año que decidí dejar de pagar por el servicio de televisión (cable en mi caso) y que preferí enterarme de las noticas por otro medio que no fuera escuchando la radio en el largo trayecto a la oficina.

Al principio me parecía que no iba a lograrlo y que en algún momento me harían falta, que me iba a aburrir o a perder de algo “bueno” o “interesante” y que al paso de los meses iba a quedar rezagado, excluido y marginado.
Pero antes de seguir con esto, quiero contarles algo de me paso a lo largo de mi infancia y que me marco, en su momento me hizo diferente y hoy me hace ver las cosas desde otro ángulo.

A principios de los ‘80s, en mi ciudad y para una familia media no había muchas opciones de televisión a parte de los 4 o 5 canales abiertos que transmitían algo como 12 horas al día cada uno y solo unas 6 horas de programación para niños entre caricaturas extranjeras (las típicas de EU y algunas japonesas) y uno que otro show con gente de carne y hueso producidos en México. Las caricaturas pasaban por un canal y los otros programas por otro canal en el que también pasaban las famosísimas telenovelas, las noticias, el fútbol y algunos programas de espectáculos por las noches.

28 años después ya no recuerdo si era una prohibición explícita o solo una sugerencia pero a mis padres no les parecía buena idea que viéramos otra cosa que no fueran caricaturas. Toleraban las “series gringas” y alguno que otro especial con los cantantes infantiles de moda pero estaban en contra de que recibiéramos influencia de los programas nacionales que reflejaban “lo típico”, lo vulgar y lo común. Por supuesto que yo no podía ver telenovelas, no veía Chespirito y nunca vi a Chabelo. Las telenovelas la veía a escondidas, nunca me gusto Chespirito y nunca me intereso ver a Chabelo.

El efecto de no ver estos programas (en particular Chespirito) no lo sentí en la infancia, fue hasta que tenia entre 13 y 15 años que empece a notar que mis amigos hablaban de algo de lo que yo no sabia nada y, sobre todo note que este asunto me dejaba de lado y me hacia ver como raro y “snob” si decía que nunca me había interesado y ¡las razones!

De lo que puedo estar seguro es de que nunca hice el ridículo imitando a tan ordinarios personajes, nunca me hizo gracia su irreverencia ignorante y siempre me pareció que esas situaciones no tenían par en la realidad que yo me estaba construyendo a mi mismo. Siempre me pareció que ser un niño mexicano ingenioso y travieso no tenia nada que ver con ser un “pelado”, grosero, mentiroso y amañado que siempre pierde o que nunca gana limpiamente. Honestamente, yo hubiera querido que me gustara Chespirito para ser “normal” pero... nunca fui lo que se puede decir un niño “normal” así que de vez en cuando me ponía a observar a los otros niños y a ver en ellos la gran influencia que un solo programa semanal de 30 minutos tenia sobre de ellos.

En su momento yo decía que esos programas era para “el resto”, “los de abajo” y otras tonterías para no sentirme tan excluido; hoy tengo que aceptar que no les hizo tanto daño como yo pensaba y peor aun me doy cuenta de que la mala influencia estaba por todos lados y que yo tampoco me libre de ella.